La Tradición se regenera permanentemente. Los Centros de Estudios de Simbología de Barcelona y Zaragoza fundados por Federico González Frías como focos de difusión de la Tradición Hermética cumplieron su función durante más de treinta años, pasando en los últimos tiempos a reabsorberse en su origen por decisión de sus directores; pero su núcleo sigue vivo y palpitante. En él habitamos hombres y mujeres fecundados por la Palabra y que laboramos a diario en la alquimia interna del alma. Y lo seguimos haciendo, pues nada damos por hecho, aunque hemos dejado de poner énfasis en los procesos que nos atañen como individuos (cada quien en su casa siga trabajando con paciencia y perseverancia) para poner el acento en una teúrgia de alcances universales que este nuevo sitio web Ateneo del Agartha va a vehicular, como lo va a seguir haciendo el Anillo telemático de la Revista SYMBOLOS, de la cual somos sus colaboradores y redactores.
Por este motivo, ya no comparecemos aquí con nuestros nombres propios, sino que nos identificamos con un nombre que los reúne y trasciende a todos: Agartha. Éste hace referencia al centro subterráneo que protege la esencia de la doctrina al final del presente ciclo cósmico, y la sigue transmitiendo, ajeno a la engolada erudición y a las apropiaciones fraudulentas, desde la Necesidad de cumplir un Destino al que se está ligado por el dios que une el cielo con la tierra, Hermes, asimilado también a Enoch y Elías, de los que se espera su parusía en el instante postrero.
Reconociéndonos, pues, integrantes del Agartha, hemos decidido pasar al anonimato. Esto en ningún caso significa desaparecer, sino efectuar un gesto que nos identifica con la idea de invisibilidad y todo lo que ello significa en cuanto a su asimilación a estados de la conciencia en los que ya no hay acepción de personas. Hemos comprendido que en este tramo de la Odisea que nos devuelve a nuestro origen, para nada tienen cabida las ansias de poder y notoriedad, la rebeldía o la pereza de que hacen gala muchos de los autodenominados continuadores o herederos de unas enseñanzas que, de no encarnarse y provocar reales y verdaderas transmutaciones en la psiqué, devienen letra muerta, por muy bien escrita que esté. Es bien sabido, pero muy difícil de realizar, que en la iniciación, o bien se vivencia la total identidad entre lo que se recibe, se experimenta y se devuelve, o no es en verdad iniciación. En el Absoluto no hay numeración, ni en la Unidad, pluralidad, por eso la senda iniciática se va tornando cada vez más despojada y libre de epítetos.
Nos ocultamos con la voluntad de que sólo brille el Mensaje de esta cadena áurea emitido desde el corazón del interior de la montaña. Y desde aquí, desde este núcleo inviolable e indestructible, lanzaremos señales, las que nos inspiren los dioses, con Atenea al frente –de ahí el nombre de Ateneo–, la diosa que guía hacia la auténtica patria, que no es de este mundo. Ella rescata el corazón de Dioniso descuartizado por los Titanes y se lo entrega a Zeus para que lo implante en una estatua de yeso, y así el dios resucita, gobernando hasta el fin de este ciclo.
¡Viva el teatro de la memoria del que somos actores! Como soldados sin galones, a los dioses nos libramos. Nuestras armas son el símbolo y la palabra emanada del pensamiento, que expresaremos en este espacio en forma de libros, pinturas, videos, diálogos entre nosotros y con los dioses, y piezas de teatro de las que somos autores y actores, ejerciendo unos oficios en los que hemos sido adiestrados pacientemente a lo largo de muchos años.
Y con fe entonamos la divisa “El Amor os hará libres”.
© Ateneo del Agartha